Llegué minutos antes de la hora a la Estación Central de Trenes de Milán y quedé sorprendido primero por lo grande y el diseño de la misma pareciese que no una obra ferroviaria sino otra clase oficina, aquí tomaré el tren que me llevará a la ciudad de Roma , es una locura el movimiento de personas unas halando las maletas con el sonido inconfundible de las ruedas corren a comprar el ticket para tomar el tren, mientras unos corren otros observan los tableros esperando que aparezca la información completa de su destino.
Después de media hora de espera a las 11:30 de la mañana el tablero electrónico indica que hay que pasar al lugar donde abordaré el vagón número seis y un empleado revisa en la pantalla del móvil o celular si llevo el código escaneado para tomar el tren.
Quienes me auxilian han pagado €40.00 por el boleto y en un promedio de tres horas arribare a la histórica ciudad de Roma, al ingresar la butaca asignada allí estaba esperándome y en segundos una voz agradable de una joven anunció por los parlantes en idioma Italiano e Inglés que eramos bienvenidos; el tren llegó antes de que se cumplieran las tres horas.
Al bajar del tren para salir de esta estación hay que subir una serie de escaleras eléctricas y en minutos estoy por segunda vez en la ciudad de Roma con menos frío que Milán.
Al bajar del tren para salir de esta estación hay que subir una serie de escaleras eléctricas y en minutos estoy por segunda vez en la ciudad de Roma con menos frío que Milán.
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