La mañana del jueves 11 de abril del 2019 transcurre de manera normal, las calles y avenidas de la capital de Honduras es un ir y venir de automóviles desde clásicos hasta los mas novedosos y, no podían faltar los usuarios que abordan las unidades destartaladas del transporte urbano en una congestionada ciudad donde la seguridad se convirtió en el pan de cada día de quienes utilizan estas unidades.
No es un secreto que los pasajeros se persinan o santiguan, bajan los Santos del cielo, se encomiendan a Dios antes de subirse a microbuses, buses y taxis para que no sean despejados b de sus pertenencias por antisociales.
Y este día no fue la excepción de la inseguridad donde un joven con ropa floja con la mayor tranquilidad abordó la unidad de transporte de los que Honduras llaman "rapiditos" o "brujitos" que son micro-buses que operan sin el permiso de las autoridades del transporte.
La unidad con mas de diez pasajeros inició el recorrido a partir de una colonia que se encuentra en el sector sur de la capital hondureña y que la mayoría de los usuarios se traslada al centro de esta ciudad a realizar gestiones personales, en el trayecto los pasajeros comentan el quehacer cotidiano y cuando la unidad hace una escala en las cercanías del centro comercial llamado Mall Las Cascadas, en este lugar un joven alto, con ropa floja aborda la unidad y se ubica en un lugar estratégico que esta atrás del asiento del pasajero que acompaña al motorista.
En ese instante pensé que éste día sería presa de la inseguridad, pensé dónde puedo esconder el celular o móvil? enseguida lo escondí en una balsa plástica, pero dónde escondo la billetera donde llevo billetes de la moneda hondureña, la tarjeta de débito mis documentos personales?, pero no tuve el tiempo para ponerlos en el lugar seguro y que el joven asaltante los encontrara
Mientras Yo no puedo esconder los nervios, los ocupantes de este micro-bus de inmediato le quedan viendo pero no sospechan de la actividad delincuencial del ocupante pero veo que su apariencia se asemeja a los jóvenes que asaltan las unidades del transporte, este joven desde que se sentó miraba con disimulo y nerviosismo a los pasajeros como presagiando quienes serían sus nuevas presas.
Estas unidades de transporte no autorizadas por la autoridad hondureña, para evidenciar que no les gobierna nadie cambian de ruta con la mayor tranquilidad y toma el trayecto de la conflictiva ciudad de Comayaguela que unida a Tegucigalpa, forman la capital de Honduras.
Cuando el automóvil pasa a inmediaciones de la oficina de Servicios Acueductos y Alcantarillados (SANAA), el joven que abordo el micro bus le grita al ayudante de esta unidad que haga una estación y en segundos empieza a pedir a cada uno de los pasajeros que le entreguen los teléfonos celulares o móviles, alhajas y carteras, mientras el antisocial con la mayor tranquilidad despoja de sus pertenencias a los usuarios.
No se si fueron las oraciones que hice desde que el asaltante que Dios me escuchó o fue se compareció y respetó las canas o se qué lo ocurrió pero a tres pasajeros nos miró y nos pidió nada. Fue un momento de tensión e impotencia en que puede ocurrir una tragedia por muchas razones.
El asaltante una vez que despojó a los pasajeros de celulares o móviles, billeteras y alhajas, deja la unidad y emprende veloz carrera por la calle Real de la ciudad de Comayaguela, Honduras y en su trayecto no encontró ningún policía.
De inmediato los pasajeros le reclaman al cobrador y al motorista que ellos conocían al asaltante, pero estos se defienden afirmando que no es cierto, mientras usuarios y empleados del micro-bus el joven asaltante se baja con la mayor tranquilidad sin que en todo el trayecto hay un policía.
En este país centroamericano llamado Honduras, el más pobre de América Latina, con índices altos de corrupción y de violencia, donde la inseguridad parece haberle ganado al gobierno y las medidas sólo se aplican cuando ocurren masacres o vienen comicios electorales.
En ésta ocasión Dios me apartó de que fuese despojado de mis pertenencias cuando acordé la unidad de transporte público, y espero que en la próxima no se suba un antisocial para asaltarme.
