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viernes, 16 de noviembre de 2012

POLICIAS Y MILITARES DONDE ESTAN?

El 21 de septiembre del 2012, es una fecha que nunca olvidaré, fueron instantes de angustia y sosobra al ser testigo hasta donde esta llegando la delincuencia en Honduras y que las autoridades se quedaron de brazos cruzados. Atrás quedaron los tres asaltos de que fui objeto en lugar públicos de capital Tegucigalpa, Honduras.
Todo inició cuando a las 3:30 de la mañana regresaba del hospital Instituto Hondureño de Seguridad Social, luego que fue imposible ingresar a un familiar a este centro porque padecía de una Hepatitis A. Iniciamos el recorrido  pasando por el tramo que conduce a la Corte Suprema de Justicia y que enlaza con el bulevar Kuwai.
Las calles por donde realizamos el recorrido esta madrugada no hay ningún policía pese a que el gobierno en cadena nacional juró que los militares patrullarían día y noche, y ni mucho menos los vigilantes que cuidan colonias aledañas y que cada fin de mes están tocando la puerta exigiendo el pago por su trabajo.
Todo esta bien, hasta que pasamos por la colonia San José de La Vega y San José de La Peña, de la ciudad de Comayaguela (ubicadas al sur de Tegucigalpa,Honduras), es cuando un auto se nos pega a tras, pero sin tener la mínima sospecha, es cuando ingresamos a la Colonia Calpules, lugar donde resido desde hace mas de 20 años, el conductor del auto que me trasladaba nos puso en aviso.
El auto en que me conduzco va a baja la velocidad y el conductor hace milagros porque es portador de una deshidratación severa, y mientras frena su carro, el vehículo que nos sigue frena de inmediato. La tensión aumenta cuando estamos a 100 metros de mi residencia cuando nos saca de tranquilad lo siguiente:
"Nos viene siguiendo el carro que viene atrás, no me estacionaré en la casa"-fueron  las primeras palabras, luego reiteró - "Qué hago"?.
Que hago? "Vamos a dar la vuelta al redondel, no te detengas" respondió el otro acompañante.
Continuamos pero ya con un miedo impactante, es tanta la angustia que el carro que nos sigue lo observamos pero no vemos su numero de placa.
En menos de lo esperado estamos llegando al redondel de esta colonia, donde al iniciar la vuelta, detemos el vehículo, hace lo mismo el vehículo que nos sigue, aumenta la tensión.
Son las cuatro de la mañana, en medio de un miedo jamas enfrentado, terminamos de dar la vuelta en el redondel de esta colonia, los ocupante del carro que nos sigue se enteran que los hemos descubierto y por lo tanto al ver que regresamos para abandonar supuestamente este sector, se estacionan, tiempo que aprovechamos para a parcar el automovil frente a la casa donde vivo.
Con los nervios descontrolados, esperamos confundir a los delincuentes que pretenden asaltarnos, minutos que fueron eternos, no descendemos de este auto, mientras los antisociales no pasen, y al  a una distancia de veinte metros y verlos que realizan el viraje y tomar la calle principal, rogando a Dios que no reconozcan el auto en que estamos y no abandomos el mismo porque tememos que nos descubran y nos causen daños.
La angustia termina cuando no se detienen y continúan su trayecto, seguro para ubicar a otra presa y cumplir los propósitos malignos. Es el momento propicio para salir a la carrera e ingresar a la habitación, la sosobra termino.
Así como me sucedió este incidente, es como los delincuentes realizan sus fechorías, por eso hay que estar atentos cuando ocurre este suceso y lo recomendable es dirigirse a una estación policial o lugares donde hay seguridad, o llevar los teléfonos de las postas policiales y llamarles para informarles de o que esta pasando.

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