El Diario El País de España publico en su edición del jueves 10 de julio una radiografia de lo que es Brasil un día después de la humillación que le propino la maquina de la Selección de Alemania:
"El país vive como una humillación la histórica goleada en el Mundial de fútbol.
"El país vive como una humillación la histórica goleada en el Mundial de fútbol.
En la cafetería de
la esquina de un barrio corriente de Sao Paulo cercana a la parada de metro de
Pinheiros, un policía cabizbajo sentado en la barra charlaba con un jubilado
aún más cabizbajo bajo la mirada de un camarero silencioso y todavía más
deprimido. Entonces el jubilado, dio un manotazo al bollo y masculló, para que
le oyera el policía:
-Ojalá nos hubiera
eliminado Chile en los penaltis. Ojalá.
Brasil se ha
despertado incrédulo, triste, noqueado, inmerso aún en la niebla tóxica de la
pesadilla del 7-1, en sus funestas
consecuencias. Un comentarista radiofónico muy madrugador de la emisora CBN
hablaba de la falta de
táctica futbolística del equipo de Scolari. Pero un segundo comentarista, media hora después, aludió a que la
aplastante derrota, según él, despertará otra vez el complejo de inferioridad
del brasileño y le devuelve ya por lo pronto a una realidad llena de problemas
de la que ha escapado durante el mes largo que ha durado la selección en el
Mundial.
En la misma noche
de la goleada hubo incidentes,
en Sao Paulo, Río y otras grandes ciudades brasileñas, que más respondían a un vandalismo incontrolado que a un
movimiento organizado de protestas: peleas, incendios de autobuses, saqueos de
tiendas…. El amanecer trajo una calma triste y compungida, como la que se
respiraba en la cafetería del policía y el jubilado. Las camisetas amarillas
desparecieron de golpe. Todos los que la lucían orgullosamente el día anterior
las guardaron en casa.
La mayoría de los
periódicos (sus
portadas aparecen llenas de “humillación”, “vejamen”, “vergüenza”), especula con la posible influencia que puede tener este marcador
increíble en las próximas elecciones de octubre. Todos los expertos coinciden
en recordar que nunca el resultado del Mundial ha influido en las urnas, y eso
que los campeonatos del Mundo coinciden, desde 1994, cada cuatro años, con las
elecciones generales brasileñas. Pero esos mismos expertos también recuerdan
que nunca Brasil ha sufrido una derrota tan aplastante, tan demoledora, con un
potencial simbólico comparable –tal vez mayor- a la del Maracaná en 1950. “Sólo
hemos superado el trauma de 1950 con otro mayor”, resumía un seguidor de
Facebook. Lo del trauma no es una frase hecha: los periódicos aportan consejos
de psiquiatras y psicólogos para que la goleada no afecte demasiado a los niños.
Tampoco se sabe
aún hasta qué punto la derrota alentará de nuevo las protestas y
manifestaciones que quedaron narcotizadas en cuanto la pelota comenzó a rodar y
que, hace un año, sacudieron el país entero pidiendo menos gastos en estadios
de fútbol, y más en servicios públicos para tener mejores transportes, mejores
escuelas y mejores hospitales. Según la prensa brasileña, los asesores de la
presidenta Dilma Rousseff y los miembros de su Gobierno están atónitos, a la
expectativa, sin saber cómo irá
a reaccionar el electorado ante este aluvión
de goles y de decepción, si se traducirá en una sequía de votos en unos
comicios que ya de por sí se presentan muy disputados. Por lo pronto, la presidenta ya envió, a través de su
cuenta de twitter, un mensaje de ánimo: “Estoy muy triste por la derrota. Pero no nos podemos abatir. Brasil,
levántate, sacúdete el polvo y ponte en pie de nuevo.”
“Que no haya
dudas. Esto influirá en los sondeos y Dilma Rousseff bajará. La gente
ahora la toma con el entrenador Scolari, pero pronto transferirá esa frustración a Rousseff”, asegura el sociólogo
especialista en deportes Flavio de Campos. Este experto recuerda que durante el
partido, el público pasó, casi sin solución de continuidad, de insultar al
criticado delantero Fred a dirigirse a la presidenta. Y añade una
particularidad del pueblo brasileño que hoy se muestra en carne viva: la
identificación de la esencia del país con el fútbol. “Siempre esperamos que los
futbolistas de la selección encarnen la fuerza, la virtud y la creatividad que
no encontramos en otros espacios sociales”.
Tal vez por eso,
según algunos, la derrota histórica que ha infligido Alemania a Brasil sirva de
vacuna, de curativo. Así lo asegura el editorial de A Folha de S. Paulo
: “El partido tal vez implique que se acabe con una época en la que país y
estadio, hinchada y pueblo y nación y selección han sido vistos como la misma
cosa (…) Tal vez se pueda decir ahora que Brasil es mayor que su fútbol”.
En una carta al
director del mismo periódico, Albino Marcones, de Sao Paulo es más tajante: “Se
acabó la euforia. Vamos a cuidar de la economía, a hacer que este país vuelva a
andar. Basta de emoción. Vamos a arreglar la inflación. Despierta a la
realidad, Brasil”.
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